Mamás y personal de UCIN nos comparten sus experiencias de Madre Canguro




A través de este post estaremos recabando experiencias tanto de madres y padres como de profesionales de la salud, por respeto a la privacidad de los pequeños utilizaremos únicamente sus iniciales para referirnos a ellos cuando los padres nos lo soliciten.  

Les damos las gracias a todas las personas que, a través de sus experiencias, nos ayudan a diseminar los beneficios de este tipo de cuidados en UCIN:
 














“Mi Guerrera y Yo”
Por Paulina Geldres B.

Es una historia más, pero para mí me marcó de por vida.

Mi hija Josefina (mi Guerrera), nació a las 11:28pm, el día 17 de Noviembre de 2011. Midiendo 41cm y pesando 960grs, 4 días posteriores 910grs. 

Tenía mucho miedo y el diagnóstico no era bueno, me sentía muy frustrada al no poder verla ni abrazarla desde su nacimiento, debido a que no me fue permitido en el hospital donde nació, ya que la tenían conectada a muchos cables, en  incubadora  y  con respirador.

Fue una primera imagen “terrible”, ver al fruto de mi ser tan vulnerable y luchando para aferrarse a la vida. Mi Josefina, con la piel azul y los ojos cerrados destruye un silencio de 4 o 6 segundos más largos e inquietantes de mi vida, con un hermoso llanto que  reclamaba su derecho a la vida. Se le notaba que estaba muy nerviosa, sus manitas estiradas pareciese que solo quería estar entre mis brazos, pero al no poder hacerlo su temblar se intensificaba y yo, sin poder hacer nada.



El día 22 de Noviembre de 2011 fue ingresada al HNP (Hospital del Niño Poblano, Puebla, México), realmente me encontraba muy nerviosa y con mucho miedo, al no saber si fue la decisión más adecuada, pero por primera vez desde su nacimiento pude ver una luz de esperanza.

Todo cambió al escuchar las palabras “Papas Canguros”. Sin tener idea alguna, me dieron la magnífica noticia de que mi marido y yo podríamos tener entre nuestros brazos a nuestra Guerrera. Pudimos conocer  por primera vez su olor, sentir su piel, mirar sus gestos y pude escuchar un pequeño pero gran latido que alimentó mi ser y me dijo “aquí estoy”, “viva y existo”. Antes de sentirla también sabía que existía, pero a veces se necesitan más que los ojos para darte cuenta de la realidad y se necesitan todos los sentidos para poder reconocer, entender y aceptar el milagro de la vida. 



Somos madres meses antes de que nuestros hijos salgan a ver la luz del sol y tenemos un vínculo muy especial, pero realmente al poder tocarla se disparó una conexión sobrenatural.
Pasaron los días y en el HNP nos enseñaban y nos hacían comprender nuestros sentimientos como padres de la UCIN. Yo me sentía muchas veces confundida al tener que compartir un espacio tan frío, con máquinas y pitidos de aquellos aparatos y a la par, con el ser tan frágil y tierno del mundo. Ellos me explicaron que aunque tuviera  miedo o tristeza, solo tenía que sonreír y dar palabras de amor a mi hija. Me asombró que siendo tan pequeña, cuenta con la capacidad de descifrar mi complejo lenguaje en el rostro.

Cada día tenía más fuerza, cada día un nuevo examen superado y en ningún momento bajo los brazos, siempre hacia adelante. Si le pudiese preguntar a mi Guerrera ¿Qué es lo que pensaba y sentía en su primer mes y cuatro días de vida? Seguramente me diría que lo tenía todo, el cariño de sus madres sustitutas (doctores y enfermeras), la lechita materna de su mami siempre a tiempo, la preparación, profesionalismo y dedicación día y noche, de aquellos angelitos vestidos de blanco y dos veces al día por 4 horas cada vez, esperaba arrullarme con el latido de mis papis escuchando sus canciones y las historias de aquel mundo que ansiaba conocer. También añadiría: “A veces no entendía porque papi llegaba con los ojos rojos, o  porque mami no sonreía igual que ayer, yo solo hice lo que me tocaba hacer, “RESPIRAR” porque todo lo demás siempre lo tuve”.



Como les dije al principio, esto es solo una historia como muchas, pero no en muchas historias existen héroes y milagros.

Gracias Dra. Paty Concha, gracias Vero, gracias Paty, al voluntariado, gracias a la Señora que no dejara que el piso estuviese sucio, gracias a todos que con sus pequeñas o grandes acciones se convierten en hacedores de milagros.





De Angelica Rodriguez de la Rosa, L.E.O. Hospital Infantil de Mexico Federico Gomez:



Cuando llego a la UCIN hace aproximadamente 6 años y escucho por primera vez técnica de mamá canguro me surgieron muchas dudas e incertidumbre de cómo era esta técnica y cómo funcionaba y qué beneficios le brindaba a un bebé prematuro. Al leer el procedimiento y los beneficios me confundí mucho más porque el contacto piel a piel  el calor  y confort que brinda el pecho de mamá y papá podían ayudar muchísimo  a su bebé. Y  me preguntaba cómo y de qué manera.

La primera vez que la llevé a cabo con un bebé de 750 gr moría de miedo, el bebé no estaba estable tenía ayuda ventilaroria y el pequeño estaba muy estresado, sus signos vitales estaban dentro de percentiles altas. Al realizar técnica de mamá canguro por primera vez fue muy gratificante porque los signos vitales se  estabilizaron, disminuyó el estrés tanto en el bebé como en la mamá  y  como recuperaba peso y talla, el pequeño logró dejar el tubo en poco tiempo. Al aplicar la técnica por primera vez fue un aprendizaje muy valioso para mi carrera ahora la aplico todo el tiempo cuando es posible.

Creo que el mejor tratamiento para un bebé prematuro es sentir a sus padres cerca con técnica de mama canguro y  la leche materna.

De Isabel, mamá de Ariadna y presidenta de la Asociación de Prematuros Andaluces:

Mi experiencia canguril

Hola soy Isabel tengo 26 años y hace 22 meses fui mamá por primera vez, una experiencia maravillosa y a la vez la más dolorosa de todas, en la semana 30 me detectaban preeclampsia severa y en la 31+3 Ariadna nació mediante cesárea de urgencia por un fallo multiorgánico, ella salió llorando y sin ningún problema, pero a mí me tardó mes y medio en volver a la normalidad la tensión.

Cuando por fin pude conocer a mi hija, cuatro días después de su nacimiento, en el Virgen del Rocío de Sevilla, me ofrecieron practicar el método canguro, algo que tuve clarísimo desde el primer día que o lo ofrecían o lo pedía yo, ya que conocía a la perfección los beneficios de esta práctica al igual que los de la lactancia materna en prematuros.

Al día siguiente llegué temprano, a las 16 horas, me coloqué en mi butaca y me pusieron por primera vez a mi pequeña en el pecho, el tamaño no era mayor que el de un gatito de meses, estaba encogidita y nada más entrar en contacto nuestras pieles supe que algo maravilloso ocurría, Ariadna por primera vez en todo ese tiempo me abrió los ojos, buscó la voz que unas semanas atrás escuchaba las 24 horas del día, le sonreí, se me saltaron las lágrimas, estuve hablándole de su nacimiento, queriendo que me perdonara por no haberla podido conocer antes, hablándole de los paseos que le daríamos cuando saliera de allí, hablamos de todo y de nada, lo que sí hice fue cantarle, cantarle la canción que hacía años mi madre me cantaba a mí y mi abuela a mi madre, la letra antes no la sabía así que sólo la tarareaba, a ella le gustaba y así manteníamos una rutina, sabía que cuando estuviera alterada esa melodía que ya escuchaba en la barriguita la calmaría.

Ese día fue muy especial para las dos, fue el primer día que pude olerla, besarla como no había hecho el día de su nacimiento por miedo, recorrí cada centímetro de su piel para después grabarlo en mi memoria y poder recordarlo en mi casa, quería evadir mis pensamientos, mis ganas de abrazarla y apretarla fuerte fuerte y así saber que ella era real, era mi niña, la que con tantas ansias buscamos unos meses atrás, a la que le estaba preparando la habitación dos semanas antes, la que hasta hace una semana había cobijado en mi vientre, había grabado cada uno de sus movimientos…

Así fueron pasando las horas, los días, las semanas y  seguíamos haciendo el cangurito, como le decía yo, todos y cada uno de los días después del primer contacto piel con piel, fuimos practicando, fuimos cogiendo a nuestra pequeña de diversas formas, la dejamos recorrer nuestro cuerpo reptando lentamente, la dejé buscar su tetita, buscar su alimento hasta el último día de ingreso.

Aunque después del alta empezamos con el colecho, el porteo y la lactancia materna hasta hoy en día, 22 meses después del PEOR-MEJOR día de nuestras vidas.

Ahora soy presidenta de la Asociación de Prematuros Andaluces, desde aquí incentivo todo lo que un día a mí y a Ariadna nos fue tan beneficioso.

De Lili, mamá de "P" quien nació con 30 semanas de gestación y sigue en la unidad de bebes:


"P" ya pesa 2400  la visto y salgo de la habitación por ratos para estar con sus hermanos. La veo como va creciendo, estoy más fuerte también yo que voy aprendiendo con ella. Ha sido una aventura para toda la familia, mi esposo feliz de ser papá canguro, con ninguno de los otros hijos lo había visto así, no es que no los cargara sino que ser canguro, no sé cómo explicarlo, es distinto, es puro amor, porque incluso los abuelos, todos cooperando, ser mama canguro hace que todos a tu alrededor den un poco de sí mismos.

1 comentario:

  1. Soy mamá de trillizas, que nacieron hace dos años, en la semana 31+5 debido a un Síndrome de HELLP. El mismo día que dí a luz las conocí por la tarde, pero no fue hasta el día siguiente cuando pudimos empezar a cangurear con ellas... y no hay nada más bonito, ni más importante para empezar a crear ese vínculo entre padres e hijos, tener abiertas las puertas de la UCIN, poder hacer una lactancia materna, cuando están en cuidados medios poder bañarles, y cuidarles y darles de comer como si estuvieras en casa. La primera vez que cangureé con mi más peque, que nació con 1390gr y se quedó en 1050gr, la leche empezó a salir por primera vez... Creo que debería de ser absolutamente obligatorio en todos los hospitales que las UCINS fueran de puertas abiertas para los padres y con el método canguro completamente instaurado.

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